Desde pequeña te busqué entre árboles
imaginaba correr hacia ti
y los caminos se me hacían largos,
deseaba que se acortaran
para que llegaras pronto a casa.Cada viernes era una espera
que muchas veces se prolongó hasta el sábado,
el tiempo siempre han sido tu mejor secreto.La crucita de las cintas de los zapatos
la conocí a través de tus manos —cuando tenía apenas cinco años—.
En ese tiempo me ayudaste a amarrar,
luego tu especialidad fue ayudarme
a desenredar los nudos de la conciencia.Ahora, me gusta sentarme en tu sombra,
saborear tus consejos, degustar tus palabras,
ser feliz con bromas y respirar tus caricias
tu presencia fortalece mis células, me ayuda a estar viva.
No quiero que llegue el día en que se difumine tu sombra
Marcela Dubón Quevedo
(Del libro Trayecto)